Feb 6, 2024

Y nos compramos un colchón.

Luego de tanta dilatación y vueltas, y actos psicomágicos, y pensar que bueno, por algo no tendría que ser, hace dos días pedí otro presupuesto, y ayer decidimos que sí. Esta mañana, después de haber tenido una noche de sueño bastante chota, con mucha agitación mental, rectificamos la decisión y lo hicimos sin más. Sentada en él, se siente la rigidez, ¿o estabilidad?, que nos propondrá el nuevo lecho para el momento de descanso. Siento que me falta, que la incomodidad para dormir no suma a la ansiedad mental de los últimos días. Que no mermó tampoco estando unos días sola. Siento más fervientemente, incluso hoy, esta tarde, recién llegados de comprar el colchón, que me sentía super bien y plena afuera, andando en bici, con el viento en la cara, que entrar en esta casa fue como meterme en una cueva. Me senté y empecé a sentir la opresión en el pecho característica de anoche y de los últimos días, la falta de aire y la sensación fisica de angustia. En este caso, no sentía la emoción angustiante, como sí antes, sino solo la falta de capacidad pulmonar, cual traba en la garganta y peso en el pecho. 

Jun 5, 2023

"Es que te amo mucho y me gustaría encontrar la forma de entendernos."

 Siento que hoy la hoja de papel no alcanza a la rapidez de lo que fluye de mí. Se agolpan pensamientos y muchas otras sensaciones y emociones en mi interior, que lejos de querer explicar y analizar solo quiero sentir. Porque adentrarme con una lupa solo hace que esa sensación se haga más profunda, que cole más hondo. No voy a hablar de los dolores, ni de los espasmos, ni de lo que falta, incluso ni de lo que sobra. Solo quiero fluir por el teclado. Sentir como esa energía contenida se vierte en este contenedor, sin fin o meta aparente. Cantar libera también. Mi voz solo quiere salir. Una mujer en círculo de ayer, Sol, me regaló su piedra. El gesto me pareció increíble y me llenó de amor. El sentido del deber me hizo pensar si debería también pasar mi piedra, pero me pareció que no era el momento si la sensación de hacerlo nacía de ahí. Me dijo que a ella le ayudó a liberar su garganta, y la tomé con cariño, la dejé con la energía de la luna llena de anoche y hoy la intencioné y me la puse. 

Qué difícil es dejar que el fluir se abra paso. Sin pensar, sin meter a la mente racional. Siento la necesidad de conectar con mi todo. Ayer cuando volvía de semejante encuentro, observaba la tensión creciendo en mi cuerpo, y como me sentía al entrar en un espacio con una energía tan distinta, tan masculina. Y ví mi luz apagarse, vi mi brillo opacarse, sentí todo el cansancio venido a mí de una, cuando caminar por la noche fresca me había hecho sentirme tan viva minutos antes. Y Miguel me pregunta, ¿qué te hace reprimirte? ¿Qué de esta energía masculina es lo que te genera minimizar? Y creo que tiene que ver con la constante tensión de pensar en el otre, de vivir, como mujer, pensando en el otre. En cómo se siente, en si le falta algo, en si hay algo que no le va a gustar, en no excederme. A la vez siento que cuando sí brillo, su interés desaparece. Como que se interesa en mí cuando estoy bajón, y por ende eso le preocupa, pero cuando estoy feliz y cantando es como que el está muy en la suya y no registra nada más, no le sale acercarse. También siento que me saca el aire. O más bien, no me lo saca, yo se lo doy. Como si volara en nombre de los dos. 

Dicho todo esto, entiendo a la perfección que esto es tan solo un espejo muy pero muy cristalino. Que todo lo que él me genera es un conflicto interno. Puedo cambiar mi mundo externo pero lo que subyace va a seguir apareciendo. Anoche lo sentía abrirse de brazos y moverse por la cama como si estuviera solo, y entendí, que lo que me hace doler y angustiar es eso, es esa individualidad irrenunciable y mi incapacidad de hacer lo mismo. De dejar de vivir por los demás y vivir por mí. Cultivar y alimentar mi sol interno y brillar donde sea y como sea, y que los demás tengan que aceptarme como soy. Lo que observe que quiera cambiar, porque no me sienta bien, hacerlo, pero sin dejar de ser yo. Y de la misma manera, dejar de pedirle al otre, a él, porque no se lo pido a nadie más, que sea alguien que no es. Quiero aceptarme completamente en mi individualidad, y no perderla cuando estoy con los demás, no perderla por querer complacerlo a él, por querer ser lo que a él le cae bien, aunque sienta que no me da bola cuando brillo, o cuando hablo de algo que sé que a él no le gusta, sentirme en completo poder de esa valoración y aceptación. Que no me importe nada. Que no me dé miedo nada. Ser, y punto. Y de ahí, tan solo crear.

Mar 29, 2023

"What you want is to be free, not to be high. Your lows become grist for the mill" - Ram Dass

 Resulta que mis "lows", o bien dicho "bajones" a lo argento, estarían dándome trabajito constante. Aunque he tenido en el último tiempo una cantidad y calidad sostenida de "highs", estas cuestas abajo cada vez cuelan más y más hondo. Lo que me muestran es figurita repetida. Ya lo he visto tantas veces que la perspectiva actual me permite notar el patrón a un kilometro de distancia. No por eso se hace más fácil de sortear; o enfrentar, o aceptar, o mirarlo para el caso. El universo me alimenta señales incesantes si me atrevo a verlas como tal; si me abro a ellas. Si me dejo llevar por el fluir del tiempo no me entero de nada, es así de fácil hacer el switch, no tengo que hacer nada realmente, pero el costo es perderme, es sentir la pesadez del no hacer, del sentir que las circunstancias me superan, que mi espíritu no es más fuerte que mi propio cuerpo. Un cuerpo tan atravesado por traumas y miedos que duda absolutamente de todo, y le cuesta animarse. Una simple caminata por la playa termina en un tira y afloje que hasta que no descargo mi propia frustración nacida de inseguridad (¿a qué?, no sé) en el papel no consigo tomar la determinación de ponerme las crocs y salir. ¿Con o sin la perra? ¿Me pongo zapatillas o quiero caminar en patas? Todo constituye mini frenos al impulso que, si no sorteo rápidamente, pueden sacarme preciosos minutos, u horas, de disfrute o hasta convencerme de que ya es tarde, de que no vale la pena, que puedo acostarme un rato más mejor. Siempre volviendo al descanso. Un cuerpo cargado de miedos es un cuerpo cansado. Y siento cada vez más ganas de moverlo, pero se resiste tanto. 

Incluso esto: el escribir. Ayer era tan claro, que necesitaba hacerlo, que era lo único que me salía hacer. Una cosa atrás de la otra se me pone entre medio: listitas, comida, banco, buscar carpas, botas, trípodes, libros; ya no se me ocurre que compra más me hace falta para perder el tiempo. Termino no comprando nada, por indecisión, por demasía de opciones, por mirar videos que me digan qué comprar, y así. Me termino inquietando y agarro el chupete electrónico vive conectado a Instagram como por default. Acá, al menos, hay una luz al final del túnel. Gracias a que hace tiempo me intereso más y más por lo esotérico, espiritual, análisis psicológico, astrológico y demás cuentas que reafirman mis tendencias de apoyo emocional y mental, es que el universo, entre boludez y boludez claro está, me da en el clavo. Me apuntala contra la pared, y todo mi cuerpo reacciona como diciéndome, gritándome: "¡SÍ!, por ahí es". En forma de sugerencia, me habla del miedo. Miedo al poder, al propio poder, miedo a lo desconocido, a que ese poder me levante al galope y a lo que pueda hacer conmigo (mi personalidad). @el_viejorafiki que me tira verdades y como para ser más obvio, posteriormente publica sobre las señales y permitirnos verlas y absorber todo lo que vienen a traer. Qué tema las señales y su interpretación. Señales no me faltan siento, si bien estos días me he venido confundiendo, al buscar señales de alguien más en mi propia realidad y hasta de frustración y tristeza al no encontrarlas, como muestra de que esa persona no está en mi realidad de momento. Pero la interpretación o lo que me vienen a decir es más complicado de entender. Para mí siempre se trata de mostrarme que voy por el camino correcto, pero en realidad no hay camino incorrecto; todo es como debe ser. Las señales solo me dan un leve guiño para saber que voy bien, pero de eso ya me reafirmo desde mi propio intelecto. Quizás será momento de crear mejor comunicación entre nosotras.

Por otro lado, volviendo al poder hacer, a este miedo que me congela y no me permite actuar. Hace rato que estoy como que queriendo encontrar la veta. De alguna manera siento que necesito, mi ego necesita, determinar por dónde, el "qué" voy a hacer con todo esto. El "para qué" no tiene tanto mambo, la intención siempre es compartir al fin y al cabo. Pero, ¿estoy lista para compartir? ¿Qué quiero compartir? ¿Mi búsqueda espiritual? ¿Mi sanación aún transitándola? ¿Mi neurosis, mis traumas descubiertos y por descubrir? Acepto. Lo acepto. Acepto no tener las respuestas. Últimamente vivo dejando preguntas abiertas, y no me preocupa, pero de ahí me pone nerviosa no haber recibido una respuesta todavía. Entonces, ¿sí me preocupa? 

Respiro. Vuelvo... acepto la confusión. El caos es parte de todo, y es que no hay nada más que caos, todo es impredecible, solo tengo que abrirme y dejar que me habite. Y que esa sensación pesada, no-extraña en la boca del estómago, de no saber qué hacer, ni qué estoy haciendo, ni adónde voy a ir, ni quién soy realmente por dentro, me habite por completo. Esa ansiedad existencial, mi fiel compañera. No se va a marchar, por mucho que la ahogue con actividades o no la escuche, aún cuando me grita de a poquito. 

Confío que el poder va a surgir en mí, que simplemente se va a generar, porque ya se está generando, hasta el punto que no lo pueda contener y me brote por los poros, que va a encontrar la veta, una o varias, o muchas, porque ahora veo miles de salidas creativas que mi ser busca explorar, y quizás será cuestión de hacer exactamente eso, darle espacio para probar las aguas, meter las puntas de los dedos, de ahí el pie entero y ver qué sensación tengo, qué me dice el cuerpo, si acaso entro despacio o me tiro de cabeza.

Jan 5, 2023

Nublado

 Estoy drenada de energía. Y en el momento que lo digo lo siento en el cuerpo. Siento el vacío, el sueño, el cansancio corporal, las ganas de hacerme un bollito en la cama y ponerme a leer unas páginas hasta que eventualmente me quede dormida. Me siento inmóvil, como en piloto automático. Todo el revuelo de aspiraciones y metas que me cantaron las cartas ayer, y que yo sentí por los adentros, se adormecen y vuelven a meterse en sus cuchas. Acaso es el miedo? La sensación de que todo me lleva por delante, que es mucho, demasiado, la cabeza se me dispara en todas direcciones. Infinitud de pasos por tomar, no sé bien cuál. Me avasalla el sentimiento de que me estoy metiendo en lugares muy complicados, en lo que me cuesta hoy y lo que me va a costar más. Me siento remando en dulce de leche. Y todavía no arranqué, no realmente. Al menos eso siento. 

Siento que me falta el sentido de las cosas. El por qué. Si bien aparecieron o se hicieron evidentes muchas aspiraciones, el propósito sigue siendo algo que me evade. Si el propósito, mi propósito, es compartir, no importa qué ni cómo. Es cuestión de sacarlo. El tema es por dónde empezar. Ya en su momento empecé con algunas cosas, tirando algunas líneas acá y allá. Amplío? Me voy más atrás? Qué es lo que quiero compartir realmente? El camino? O lo que descubrí en él? Creo que ambas cosas están íntimamente relacionadas, y la única manera de trasmitir la búsqueda, el encuentro, la verdad, es a través del proceso, del camino, es decir, del viaje. El viaje que al final me terminó llevando lejos, pero adentro. 

Quiero encontrar eso que me energiza. Que me devuelve la vitalidad cuando me siento sin ganas de nada. Lo que me devuelve la esperanza y me conecta de nuevo con la intención. Quiero y necesito salir más de casa. Armarme una escapada rutinaria al menos, que me lleve a dar una vuelta y salir a respirar otro aire. Caminar en silencio. Por la playa, por la plaza o por la calle. Para empezar. De ahí capaz sale lo que sea que me resulte un disfrute, o capaz no. Y tenga que buscar en otro lado.

Así me fui a acostar y dormir entre vueltas y sinsentidos.

Hoy me desperté un poco igual. Me siento un poco desganada, pero me permito estar sin ganas, y tirada, y no hacer nada.

En algún momento de la tarde, después de una mini siesta y otros tantos intentos de siesta evasivos, encontré las ganas y la vitalidad de contestar algunos mensajes que me habían quedado olvidados, todavía, al fondo de mis chats de Whatsapp. Tengo uno del 25 de octubre de Petra en el que prometo que nos llamaremos una vez que me instale en Suiza.

Le contesto a Gabi, a Nolwenn, y me encuentro más vivaz. No sé, no siento que venga de una falsa alegría, si bien en parte sé que no tengo ganas de ponerme a ahondar y contar demasiado. Pero siento una liviandad en mí, y reconozco el disfrute. De saber de mis amigues y de conectar con elles.



Dec 21, 2022

Turbulencias

 De repente miro hacia la derecha y me encuentro con un perrito playero. Pelaje rubio, mirada suave, patas largas. En principio solo se sienta a mi lado, pero en cuanto agarro el cuaderno y empieza a garabatear se hace una bola atrás mío, apoyándose levemente en mi espalda baja. Siento el calor, aprecio la presión, el contacto, la unión de nuestros cuerpos. Vino a mostrarme algo, y ya se fue. Lo veo trotando en dirección al mar y ahora bordeando la orilla. Para brevemente a charlar con uno de los pescadores, y sigue viaje. La playa a la mañana se llena de pájaros, mezcla de gaviotas, palomas y otros chiquititos que no conozco de nombre, pero cuyo canto me emociona. Todos dispuestos a quemar las horas del día a cuenta gotas. Sobreviviendo, alimentándose, disfrutando del sol, de la gente, del ruido de las olas, de la caza, de la construcción, de la creación.

En casa me espera una charla incómoda y creo que inconscientemente, pero muy consciente también, estoy haciendo tiempo. 

Sigo mirando al mar y en dirección a Mar del Tuyú, con la esperanza de que quizás aparezca mi madre caminando. Me pregunto de dónde viene esa ilusión, porque también me pasó el otro día. Si bien disfruto de mi soledad, y sé que estar en su cercanía es abandonar toda ilusión de silencio. Así y todo, ella es la razón por la que siento que debería volver pronto, ya que no quiero que ella tenga que enfrentar sola una situación que, en todo caso, le traje yo. 

Con un poco de tembleque miro la hora: 8:40 am. Es momento, me recuerdo a mí misma, there's no rush, one moment at a time. 

Me siento acá en la mesa, con él al lado. Apenas intercambiamos palabra. De ahí me muestra algo de las cositas que trajo, como para hablar de algo supongo. Creo que quiere que yo le pregunte cosas, pero la verdad que no me salen. No tengo ninguna curiosidad.

Dec 17, 2022

The return. Pt 3: Llegar

16 de noviembre.

¿Cuál es el límite entre la locura y la sanidad? ¿Qué es lo que de repente me impulsa a querer ir a casa? En parte es poder hablar con mi vieja, una parte gigante en realidad, la parte esencial. Ver a les niñes, a mi prima, a Cruz. Ver a la demás gente la verdad que no me importa tanto si soy totalmente honesta conmigo misma. Me entra la paja de pensar que voy a estar ahí durante las fiestas, el caretearla con gente con la que no conecto. El sentir que ya estoy en otra sintonía. ¿Será por eso que también tendría que ir? 

¿Qué me genera volver? ¿Me da felicidad, ansiedad, incomodidad, ilusión, culpa? Si bien no compraría pasaje de vuelta, porque no sabría bien adónde vuelvo y de ahí qué plan seguiría hasta la India, porque igual sé que me es más económico hacerlo a través de Europa, sé que no me quedaría pasado ese enero. De por sí, no sé bien dónde dormiría, tendría que acomodarme en el futón, y no tendría mi propio espacio. No generaría dinero, aunque podría empezar a crear otras cosas, porque el dinero ya lo tengo. Tengo la plata de la madrina, que por fin apareció. Con la que me es suficiente para pagarme el viaje a la India y el YTT, hasta ahí. Pero la verdad que no necesito más. 

Hace rato que vengo pensando en que quizás lo mejor o lo que necesito es ir a casa antes de ir a la India. No sé cuánto me quedaré ahí realmente, y parte de mí siente que cuando vuelva, si vuelvo, voy a ser otra persona. 

Sería interesante verme a mí en ese espacio otra vez. Aprendiendo todo lo que aprendí. ¿Cómo me afectaría la ansiedad estando ahí, cómo lidiaría con las discusiones, con las boludeces? 


-

16 de diciembre.

Sin intentarlo, vengo a caer en este borrador dejado al pasar. Cuándo un poco me quedaba cómodo escribir y dejar mi suerte de entrada de diario desparramada en este canal. Contra el pronóstico conflictuado de la Maga pasada, me encuentro en casa. Sentada en el banco de la mesa, con un mate, galletitas, el sol entrando por la puerta del patio de atrás, y Cruz mirándome la espalda desde el futón. Ha sido una semana muy agitada. Un mes entero por lo visto también. Terminé comprando el pasaje el 20 de noviembre, unos días calvariosos después de tanta duda. El viaje hasta acá fue largo, pasado casi completamente en vela y con muchos gases acumulados. Llegué a lo de Caro, mi prima, y me anidé en un rinconcito de su cama y dúplex, volviéndome su única habitante durante los días y tardes en los que ella se iba 12 horas a trabajar. Mantenerse en este país, aún sin altas expectativas de lujo, requiere dos trabajos, siete colectivos, y volver con cuerpo cansado a tirarse desnuda frente al ventilador. El verano en capital no es algo que haya extrañado. En estos días pude ver a Teté, me tocó ver a mis tíos, y pude conocer a un par de los amigos de mi prima, de los cuales tanto había oído. 

Al cabo de una semana cayó mi hermano y emprendimos el camino a casa. Sin casi darme cuenta empezamos a charlar de los viejos, cosa que creo que siempre terminamos haciendo porque es el hilo conductor, el espacio en común que nos compete a ambos, y que desde tiempos inmemorables vemos como la gran incógnita de nuestra familia. ¿Qué hacen estos dos juntos todavía? 

La conversación fue mutando. Yo le conté de mi enojo para con mamá, y lo que también había descubierto de eso. Que había algo que quería charlar con ella, que no era una visita social ni festiva mi vuelta al país, y que era posible que fuera a poner las cosas pata para arriba. Sentía la necesidad de decirle. Ese "yo te avisé" que me salvaba de la culpa de que después todo se fuera al carajo sin yo haberle dicho nada. 
Él me termina preguntando si no sentía un enojo hacía papá, si no me pasaba de la misma manera. Yo sin querer ahondar en tema, le dije que no exactamente, que quizás lo que veía era como todo mi enojo lo había terminado girando hacia mamá y como venía a revolver eso un poco también. Frente a este pie, yo le pregunto por él. Por sus emociones para con mamá, en principio, ya que siempre fue algo que a mi me pareció a él le generaba conflicto. Para mi sorpresa me dijo que no, que no sentía ninguna bronca hacia ella, pero que lo que sí sentía, era un rechazo hacia nuestro viejo. Y ahí me abrió una puerta, que yo no quise manotear, pero que al cabo de algunos minutos y de otras charlas terminó acercándose otra vez cuando él me pregunta qué era lo que yo tenía que hablar con mamá. Después de decirle que quizás no era el lugar o el momento, él me termina preguntando de nuevo, y yo termino por contárselo. 

Empecé por el comienzo. Todo el proceso. Mis vínculos, mi dolor, mi búsqueda de psicóloga y todo lo que fui descubriendo después. La combinación de terapia con espiritualidad. Como me permito sentir mi cuerpo; todas las sensaciones, las emociones. Como eventualmente esto me guía hasta los descubrimientos traumáticos que había estado tapando y reprimiendo desde hacia años. Priorizar la historia y su fluir ininterrumpido hace que durante una parte del relato mis brazos se empiecen a tensar y las manos se me agarroten. Le muestro el efecto que produce en mi cuerpo querer mantener el control, y acto seguido me dejo sentir. Me desarmo en el asiento del copiloto. Sintiendo revivir una vez más ese día de julio en mi cabaña y, calculo también, un momento X en mi niñez o adolescencia en el que ese dolor decide hacerse callo como única solución de supervivencia. 

Mi hermano nunca fue muy de mostrar mucha emoción. Y estas tres o cuatro horas de viaje no fueron la excepción. Aunque puedo reconocer, por las habilidades de percepción que han ido creciendo y desarrollándose en mí, que esto no es fácil. Que le pesa el corazón. Que le hace mella. De a poquito, y sin esperárselo, algo se empieza a abrir, porque como no abrirse. La historia lo afecta en la base, en lo constitutivo, y a su vez, en lo compartido. No se lo imaginaba, pero a la vez, siento que hay algo que no es una sorpresa. No hay incredulidad, si bien hay pausas de recalibración. Le miro la cara mientras maneja, con los lentes de sol, la vista fija en la ruta. Le veo las ojeras, el cansancio en las expresiones faciales, las canas en el pelo. Los pelos blancos le aparecieron ya hace unos años. Cumplió 40 este año, pero me atrevería a decir que los reflejos naturales lo acompañan desde hace ya una década. No le puedo ver los ojos. Nunca se saca los lentes, ni si quiera cuando paramos al almorzar y nos sentamos en un banco de madera, frente a frente. Elijo no presionarlo y no pido que se los saque tampoco. A través del plástico negro puedo ver aun así, una mirada inquieta, suave, triste y evasiva. No veo lágrimas, pero puedo sentir el agua juntándose y muriéndose ahí. No se les permite el escape.

Le pregunto cómo se siente. Le pido disculpas por toda la información. Le digo, que nunca planeé que esto surgiera así, pero por dentro me siento tranquila. Sé que tenía que pasar así. Es como nos abrimos y conectamos los dos. Después de tantos años, cerrando la brecha. Comemos medio en silencio, medio absortos en conversación. Yo le sigo hablando de cosas, nada de piletas. 

Cuando volvemos al auto retomo lo que venía contando y me voy un poco más allá. En mi discurso sobre lo que busco de la situación, y la manera en la que elijo abordarla, le termino hablando de terapia, del sufrimiento, de la somatización, de los traumas, de las emociones, de los patrones, de la espiritualidad, de Ram Dass, del yoga, del mundo, de Dios. "Si en algún momento te parece que me estoy yendo mucho a la mierda, avisame", le digo. Ya es una frase hecha para mí, aunque no menos sentida. Sé que no todes están listxs para tanta información. Y mientras que el abrirme implica la sensación propia de que puedo compartirla, ese disclaimer me brinda la tranquilidad de que si la otra persona no está entendiendo absolutamente nada, me lo va a hacer saber. Espero. 

Cuando llegamos a casa ya eran casi las 5 de la tarde. La sorpresa a mi madre se vió retrasada de momento, ya que ella estaba en teatro, o canto, o baile, ahora no recuerdo, pero en una de sus varias actividades, pues es una mujer muy activa. Desde siempre, pero más ahora. Está dejando aflorar su lado artístico, y sus pasatiempos ya varían del gym, la caminata y la actividad física que predominaba hace unos años, y eso me encanta. Terminé quedándome un par de horas jugando con mi sobrina-ahijada mientras que su papá se fue a dormir una siesta. Cerca de las 7, apareció mi mamá. 

Abrazo y sorpresa. Yo la aprieto fuerte y hago todo lo que puedo por trasmitirle mi calor. Ella llora, mientras que mi ahijada nos mira con una sonrisa y hace preguntas: "¿La extrañabas? ¿Por qué llorás? ¿La amás?". Yo me rio. No sabía nada. Nada de nada. Ni se lo imaginaba. Yo le hablo de su intuición y de como pensé que quizás lo había presentido, y pruebo por primera vez lo equivocada que estaba mi propia intuición acá. Llueven preguntas que yo intento esquivar. No quiero mentir, pero no creo que sea el momento. No planeo nada, pero la noto tan feliz que concluyo en que lo mejor es esperar. Charlamos un poquito, de esto de aquello, de nada realmente. Ella quiere que vayamos a una cervecería. Yo le digo que no estoy tomando, pero que bueno, que no importa, que si ella quiere vamos. Quiere que nos saquemos una foto, que se la mandemos a papá. Quiere contar que estoy acá y a mí me inquieta la velocidad del asunto, y cómo todo puede terminar afectando la "cuestión" y cómo la "cuestión" terminará afectando todo lo demás.

Sin ánimos de ponerme a sacar todo, solo saco un par de cosas para mostrarle. Ella se está por meter a bañar antes de que se haga más tarde para salir. Le muestro mis piedras, mis cuadernos y mis cartas de tarot. Creo que ya desde ahí me dice que quiere que se lo haga a ella también, y ya no recuerdo cómo, nos ponemos a hablar de ese tiempo cuando yo estaba en Portugal a mediados de marzo, y que después de una discusión acalorada, yo me termino enojando y le dejo de hablar por unas semanas. Para mí, fue un antes y un después. Un poner límites que venía necesitando en mi vida y que ví con más necesidad y claridad a partir de la relación que se fue generando con Sally, la señora casi octogenaria a la que habíamos ido a ayudar. Para ella, había sido una situación incomprendida, nunca reflexionó acerca del por qué, de lo que habíamos hablado, o incluso de lo que yo le termino explicando después. 

Le intento proveer claridad, volviendo al tema que ya mencione en varias oportunidades, incluso en video llamadas que habíamos tenido desde entonces. Le vuelvo a hablar de no sentirme escuchada, de un bloqueo en la garganta, de la falta de comprensión. Ella se pone en posición de defensa y me cuesta expresarme. Puedo sentir los nervios subir y alcanzar mi pecho. Mi corazón palpita agitado. Y fuerte. Siento la necesidad de mostrárselo, que lo sienta. Esto no la tranquiliza mucho, y me transmite su preocupación, que por qué me pongo así, por qué tanto. Y ahí lo siento venir. Le digo que hay una razón. Que hay cosas que yo no supe decirle, de las cuales tampoco tenía idea hasta hace unos meses, que hay cosas que me callé, que no supe clasificar, entender, ni exteriorizar.

Contrario a todo lo que yo me había preparado para la conversación, cómo quería preparar el terreno o la carta que planeaba darle, me lo terminó sacando ella a tirabuzón.

"¿Qué cosas no me pudiste decir?", me pregunta. "Ay Magalí, ¿qué cosas no me pudiste decir?"



Dec 16, 2022

Orquesta de arena

 Todavía no deber ser las 8 am. La playa está casi desierta, salvo por los eventuales runners que madrugaron para cumplir con la sesión de ejercicio matutina. Ahí va uno, con el derecha-izquierda rítmico, acompañado de brazo opuesto, y ese movimiento de caderas o de no sé qué, que lo señala y distingue como un corredor habitual que se ha entregado a los movimientos naturales de su cuerpo y que deja ser ese vaivén casi cumbianchero de las manos al andar. Me pregunto qué es lo que motiva estas caminatas a plena mañana. ¿Será un sentido del deber, esa obligación de la actividad física diaria? Ya sea por el mantener el cuerpo fuerte al desgaste diario o por el querer cumplir con los estándares físicos de belleza que impone la sociedad y la gente toma como palabra santa y lo transforma en personalidad.

Los perros "de la playa" se agolpan a los ladridos alrededor de una máquina excavadora que ahora cruza la arena compacta de norte a sur. Incomprensible para los canes la naturaleza de esta bestia y qué hace acá. Fugazmente me pregunto adónde se dirigirá, y mientras los cinco perros la persiguen, dudo si ellos también se lo preguntarán.

Otro corredor. Este más abrigado, sus movimientos sin tanta libertad. Nunca me gustó correr. No sé si será porque el retumbar de mis tetas siempre me acabó por hacer doler. Recuerdo en algún momento me emocionaban las carreras de velocidad en la escuela, pero ahora no sé si eso nacía tan solo de un deseo de ganarlas. 

Una pareja de viejitos pasea con perrito y todo. El hombre les saca foto de perfil al mar para recordar este momento. ¿A quién se la enviarán después? ¿Hará una selección o las guardará todas en su teléfono? ¿Cuánto tiempo se quedarán allí antes de que se vean sometidas al escrutinio de la eventual "limpieza de carrete"? Tengo que borrar cosas ahora que me acuerdo. La memoria interna está a tope y el teléfono empieza a delirar.

Un par de perros playeros se ladran y juegan a orillas del mar. Uno se mete un poco y mira al horizonte. Una señora junta especímenes en una bolsa de plástico. Deben ser caracoles. No está lo suficientemente adentro para que sean almejas, pero así y todo podría ser. El sol ya empieza a calentar. Los pajaritos cantan y, si bien siempre tuve presente lo melodioso de estas aves, por alguna razón, quizás porque me estoy poniendo más vieja, me la paso hipnotizada por las cánticos a mi alrededor.

El viento dibuja carriles de autopista en la arena seca. Algunos pajaritos los respetan. A este punto la lona ya se me inundó de arena. No es que me importe mucho, y de hecho probablemente termine estirándome por fuera de los límites de la tela, me conozco. Los brillitos de las piedras milimétricas me llaman y prometen calorcito. Enterrarme en la arena bajo el solcito quizás sea lo más acertado para combatir el fresco. Como última imagen, captura mental -clic-, grita el churrero andando en bicicleta (segunda vuelta por acá) mientras que el grupo de futuros guardavidas lo ven pasar, yo me imagino que con anhelo, pero quizás esas son ideas mías y ellos tienen más ganas de entrenar que de tirarse en el sillón a tomar unos mates con bolitas de fraile. Será cuestión de motivación, como todo en esta vida.

Dec 9, 2022

Mirta a la mañana

 Dos pájaros se sientan sobre un cable grueso. Son las 9 de la mañana y ellos cantan de felicidad al nuevo día, aunque este haya empezado hace varias horas. Mirta los escucha. El cable pasa justo por arriba del ínfimo patio trasero y se extiende como una flecha en dirección al centro de la cuadra. Me pregunto qué tan lejos llegará, qué tipo de servicio abastece. Energéticamente hablando, ¿sentirán alguna diferencia en este respecto cuando se posan esos dos seres vivientes en su estructura? En especial dos cantantes.

Mirta deja de tomar agua del balde para mirarlos atentamente. En parte esto me alegra, porque esa agua lleva estancada vaya uno a saber cuánto. Me gustaría tirarla, pero no es mi casa. La melodía me llama otra vez y separo los ojos de mi cuaderno. No me molesta demasiado, las morning pages no están fluyendo tanto últimamente.

Mirta se concentra en los pájaros que siguen charlando entre sí, mostrándole sus panzas resplandecientes de un tono blanco hermoso. Me pregunto si desde esa posición y ángulo él puede ver más allá de sus vientres. Por uno de los extremos de lo que debe verse como unos óvalos peludos de luz se extiende lo que pareciera imitar una tijera con hojas anchas y negras, de puntas muy afiladas que se mueven delicadamente y tocan entre sí, a medida que las cajitas musicales bailan sobre la línea negra. Esa línea negra que tiembla, pulsante, sobre un piso -¿techo?- mantel azul claro. Es un día despejado, por lo que no se podría confundir al cielo con un lago, ni con el fondo de una pileta, ni con el reflejo del balde. 

Mirta sigue atento y mueve la cola, armando figuras indescriptibles para el ojo ajeno. El suave fluir de esa vértebra me hipnotiza, me da intriga saber. Esa obsesión por el razonamiento y el dar un por qué a las cosas. El vaivén de esos pelos erizados me traen de vuelta y me recuerda lo que ambos estábamos mirando. Cuando levanto la mirada, los pájaros no están más, si bien aún se escucha su suave canto, que bien podría pertenecer a otra colectividad, no sé tanto de pájaros. Me quedo mirando ese espacio. Perdida en el contraste de esa línea negra sobre la eternidad azul. Texturas empiezan a moverse y brillar tornasoladas en la representación etérea y hasta abstracta de la consciencia infinita, sin principio ni final. Extendiéndose más allá de lo que el ojo humano puede ver. 

Me pregunto si Mirta podrá ver algo más que yo. Lo miro. Él sigue moviendo la cola y mirando arriba. Quizás la movida nunca fue acerca de las aves. Quizás los gatos sean más existencialistas de lo que imaginamos.

Dec 7, 2022

Cuadernos



 Estoy observando recientemente al abrir muchos -o dos- libros -o tres más bien-, cómo, sin si quiera ejercer demasiada presión o brutalidad, quedan expuestas las costuras, las entrañas de la encuadernación, lo que mantiene al libro unido y lo separa de ser simplemente un pilón de hojas enumeradas. En una de estas ocasiones, en la que la encuadernación estaba hecha de pegamento, por lo que no me atrevería a llamarla costura, se soltaron por completo varias páginas, en varios rincones del libro. ¿Qué será sobre esta exposición? Sobre este desarme natural, dado por tantas posibles causas, o incluso, más probablemente, por una concatenación de ellas. Si coloco las hojas entre sus vecinas, para quedar apretadas y que así se mantengan en su lugar, el resultado, en parte desmembrado, ¿sigue constituyendo un libro? ¿O acaso el libro pasa a ser el contenido restante que aún es sostenido, el cual acabará por contar otra historia? Con ahora múltiples incógnitas y escenas inconclusas. Pero pienso, ¿qué es esa necesidad de conclusión más que un efecto secundario de la búsqueda constante por el control? De que no se desarme, de mantenerlo junto, de priorizar la entereza. ¿No será mejor dejar que caiga lo que se soltó e intentar no enloquecer por los signos de interrogación que poblarán lo que queda?

Dec 3, 2022

The return. Pt. 2: The flight

 I keep getting so caught up in distractions. It's hard to define how I feel right now, so I notice myself numbing out to avoid it. To avoid putting a name to it. Or really, to feel it overall. At times, eating without restrain, whatever it is, although I've managed to find some fruit and nuts, of course those provide the less dopamine, so it's the stuff I eat less.

As soon as I found my seat, I went through the full on-board entertainment catalogue. Took a good look at everything on the list, went back and forth, gauged my options, old and new, made up a list of 21 "favorites" to further select from. When I was finished my brain was begging me for a break already. I hadn't even put on "play" on the first onw and I was feeling sleepy. I tried out some stuff -only one actually finished through- before I laid down to sleep. I also put on both available on-board meditations, which I didn't really listened to.

I deeply thank the universe for the extra space on this flight, that I am able to lay down, and can also stretch out, move around and feel free for a little bit even inside of this giant bird cage.

The other birds here seem pretty content and calm too. Everyone is enjoying the extra space and lunging along the three window seats. The only set back now seems to be the toilets. One red carpenter is just strolling around both aisles; down, right, up, left. Hoping to get the next slot in whichever WC opens first.

One adult black crow walks up and down meditatively for some minutes before going back to its nest: it knows the importance of stretching the legs.

Another adult, now a light blue hummingbird, chats up with the stewardess, who, while trying to keep up with her tasks, musters a smile that seems fake even with 10 rows of folliage of distant observation.

Shortly after, we started with our descent. I cried looking at the mattress of puffy clouds and thinking about seeing my brother. The thought of our reunion brought me back to when he came back home as a surprise back when i was little. How deep that feeling of coming back together was, and how much I had sensed that loos. That longing for my brother. I think in some sense I've always felt very protected by him. Even though I wasn't really. Not when it mattered.

Dec 2, 2022

The return. Pt. 1: The bus

 I find myself on the Flixbus from Milan to Zagreb. 

To my right, my eyes get flooded by hill side towns, red and burgundy rooftops, cementery churches, construction sites; everything happening everywhere. Then and again come in the open fields covered with tall trees, that create this dreamy color contrast of green and blue. The sky is full of clouds today, but the kind that are rather thin and let the sun shine through.
If I look to my left, snowy peaks. One quite close, several others rather far away. I see lonely, old time, country houses in between some trees. The kind that look massive and elegant in classical movies.Vine fields extend over hundreds of meters every so often. Sometimes a green, very bright green, invades the view and extends over an endless plain, while a flock of birds fly by.

The trees are specially grabbing my attention today (or rather always?). The tintures varying ever so slightly, showing the full range of autumn shades, while still giving such a fierce statement of life. These leaves seem to be going nowhere any time soon.
We're going through Verona now, the sight of the airport tells me. The cars dancing outside of my window. I feel like we're floating by on a cloud. Just looking at everything happen.

Feb 1, 2020

Begin

I've been going back and forth for the last, what? year, maybe, about whether or not I should make this, and even though in the end the only intended audience for this blog will be myself it's still difficult to put everything into words, specially since I know I'm my own worst critic. But I do feel the need to talk and left some things just fixed to the ground, taking root in some papers –even digital ones– for some re-reading in some future time when melancholy makes me think about old times, old pictures, old people, old me.
When I started travelling I tried to write everything down in a notepad, but it just didn't feel like the right time or place, or the outlet, and I definitely couldn't add all the pictures I've been collecting, even though I lost many of them when my phone got stolen on January 2nd (2020) –starting the year right! Will get back to that one…
Most probably, I will end up babbling about past travels, I suppose that's the price I have to pay for having SO MANY old photos that have never seen the light of day. Always thinking when would be the "right time" to post them, or if they would be just too many, or too much, or too bad. Because I love them –at least most of them– but then that's just my eyes and I'm not even 100% confident about them; would love to be more creative in so many ways… I also think creating this blog will give me that creative outlet I've been craving for a while. It doesn't really come naturally, phrasing beautiful pharagraphs of artistic and inspiring reflections… sometimes I can catch myself being pretty smart about things, and I know that's my ego talking and at the same time realizing that's my ego talking is pretty woke and smart, but JUST SAYING THAT also brings up my ego again… Endless circle.
Anyway, I'm sure the future me –hello there, beautiful diosa– will just laugh at the riveting turns of this 26 year-old developing mind. You will remember these times, I hope, and look at them with a big smile or a quizzical frown, like, what the fuck were you talking about girl? The same way as I'm revisiting memories from a couple years past and realizing how much I've grown even since just yesterday, and imagining how much I will from tomorrow on…
In the end, this is not even an introduction, just typing around the page, as I will continue doing while following the flow of my never quite quiet thoughts.

[Part of the ordeal was figuring out a place to start writing, and the hundred questions came rushing in: the plataforms, the names, the designing, and all that shit I don't really want to be thinking about right now. So I decided to revisit this old blog of mine. Abandoned about 6 or 7 years ago, when it was just a place for writing down quotes of movies/books/people and just some random photos I loved of other movies/books/people that would just resonate with me. It was very much about Love –naturally, like any 15 year-old to believe she actually knew what all these people were talking about. (But who could blame her? Time has been key, truly.)
Sometimes I still feel the need to leave some passing-by phrase written down, to be found again; maybe now I'll have just the right space again.]

Jun 18, 2017


‘Towers’
is the name of the dormitory that I lived in in college;
it’s made up of these two towers – North and South – my girlfriend lived in one and I lived in the other.
It’s about falling in love, but also about what happens when you’ve long fallen out of love and those reminders are still there. You drive by them, these two buildings, and you look, and you realize that we really built that up. That we really built that love into these things,
and for a long time afterward looking at them really made me feel sad;
to see these empty buildings that I don’t go in to anymore.
But then, as time goes on,
they start to become kind of joyous in their own way: you can look at them and think
‘that love was great and these buildings still stand tall’.
But there’s also an element of the fact that they’re just buildings –
they’re gonna fall down one day, and they’re not that important because there’s new love in your life and
you’ve got to break things down that get built up.

— Justin Vernon



Oct 31, 2013

- No quiero necesitarte.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué? Porque no puedo tenerte.


Jun 30, 2013












Un corazón y un plan fugaz..
Es todo lo que tengo y es todo lo que hay.

Jun 28, 2013


No les entraba tanto amor!







Suele pasarme, olvido lo que importa más.

Que calor hará sin vos en verano..

Jun 25, 2013

Me siento tan miserable sin tí, es casi como si estuvieras aquí. 

Jun 21, 2013

Comprendí que no ibas a ser vos.
"Jugársela por algo implica bancarse algunas cosas también, aunque uno no este preparado para aguantarlas.."
Now here we are, so close, yet so f a r
Haven't I passed the test?

Jun 20, 2013

Alguien dijo alguna vez: Al final, todo saldrá bien y si, no es así... es porque aun no es el final.



Cuando los días pintan de gris, sonríe de colores!



Jun 19, 2013






Mira que el corazón y la cabeza solo están separados en los poemas y en la anatomía eh!