Resulta que mis "lows", o bien dicho "bajones" a lo argento, estarían dándome trabajito constante. Aunque he tenido en el último tiempo una cantidad y calidad sostenida de "highs", estas cuestas abajo cada vez cuelan más y más hondo. Lo que me muestran es figurita repetida. Ya lo he visto tantas veces que la perspectiva actual me permite notar el patrón a un kilometro de distancia. No por eso se hace más fácil de sortear; o enfrentar, o aceptar, o mirarlo para el caso. El universo me alimenta señales incesantes si me atrevo a verlas como tal; si me abro a ellas. Si me dejo llevar por el fluir del tiempo no me entero de nada, es así de fácil hacer el switch, no tengo que hacer nada realmente, pero el costo es perderme, es sentir la pesadez del no hacer, del sentir que las circunstancias me superan, que mi espíritu no es más fuerte que mi propio cuerpo. Un cuerpo tan atravesado por traumas y miedos que duda absolutamente de todo, y le cuesta animarse. Una simple caminata por la playa termina en un tira y afloje que hasta que no descargo mi propia frustración nacida de inseguridad (¿a qué?, no sé) en el papel no consigo tomar la determinación de ponerme las crocs y salir. ¿Con o sin la perra? ¿Me pongo zapatillas o quiero caminar en patas? Todo constituye mini frenos al impulso que, si no sorteo rápidamente, pueden sacarme preciosos minutos, u horas, de disfrute o hasta convencerme de que ya es tarde, de que no vale la pena, que puedo acostarme un rato más mejor. Siempre volviendo al descanso. Un cuerpo cargado de miedos es un cuerpo cansado. Y siento cada vez más ganas de moverlo, pero se resiste tanto.
Incluso esto: el escribir. Ayer era tan claro, que necesitaba hacerlo, que era lo único que me salía hacer. Una cosa atrás de la otra se me pone entre medio: listitas, comida, banco, buscar carpas, botas, trípodes, libros; ya no se me ocurre que compra más me hace falta para perder el tiempo. Termino no comprando nada, por indecisión, por demasía de opciones, por mirar videos que me digan qué comprar, y así. Me termino inquietando y agarro el chupete electrónico que vive conectado a Instagram como por default. Acá, al menos, hay una luz al final del túnel. Gracias a que hace tiempo me intereso más y más por lo esotérico, espiritual, análisis psicológico, astrológico y demás cuentas que reafirman mis tendencias de apoyo emocional y mental, es que el universo, entre boludez y boludez claro está, me da en el clavo. Me apuntala contra la pared, y todo mi cuerpo reacciona como diciéndome, gritándome: "¡SÍ!, por ahí es". En forma de sugerencia, me habla del miedo. Miedo al poder, al propio poder, miedo a lo desconocido, a que ese poder me levante al galope y a lo que pueda hacer conmigo (mi personalidad). @el_viejorafiki que me tira verdades y como para ser más obvio, posteriormente publica sobre las señales y permitirnos verlas y absorber todo lo que vienen a traer. Qué tema las señales y su interpretación. Señales no me faltan siento, si bien estos días me he venido confundiendo, al buscar señales de alguien más en mi propia realidad y hasta de frustración y tristeza al no encontrarlas, como muestra de que esa persona no está en mi realidad de momento. Pero la interpretación o lo que me vienen a decir es más complicado de entender. Para mí siempre se trata de mostrarme que voy por el camino correcto, pero en realidad no hay camino incorrecto; todo es como debe ser. Las señales solo me dan un leve guiño para saber que voy bien, pero de eso ya me reafirmo desde mi propio intelecto. Quizás será momento de crear mejor comunicación entre nosotras.
Por otro lado, volviendo al poder hacer, a este miedo que me congela y no me permite actuar. Hace rato que estoy como que queriendo encontrar la veta. De alguna manera siento que necesito, mi ego necesita, determinar por dónde, el "qué" voy a hacer con todo esto. El "para qué" no tiene tanto mambo, la intención siempre es compartir al fin y al cabo. Pero, ¿estoy lista para compartir? ¿Qué quiero compartir? ¿Mi búsqueda espiritual? ¿Mi sanación aún transitándola? ¿Mi neurosis, mis traumas descubiertos y por descubrir? Acepto. Lo acepto. Acepto no tener las respuestas. Últimamente vivo dejando preguntas abiertas, y no me preocupa, pero de ahí me pone nerviosa no haber recibido una respuesta todavía. Entonces, ¿sí me preocupa?
Respiro. Vuelvo... acepto la confusión. El caos es parte de todo, y es que no hay nada más que caos, todo es impredecible, solo tengo que abrirme y dejar que me habite. Y que esa sensación pesada, no-extraña en la boca del estómago, de no saber qué hacer, ni qué estoy haciendo, ni adónde voy a ir, ni quién soy realmente por dentro, me habite por completo. Esa ansiedad existencial, mi fiel compañera. No se va a marchar, por mucho que la ahogue con actividades o no la escuche, aún cuando me grita de a poquito.
Confío que el poder va a surgir en mí, que simplemente se va a generar, porque ya se está generando, hasta el punto que no lo pueda contener y me brote por los poros, que va a encontrar la veta, una o varias, o muchas, porque ahora veo miles de salidas creativas que mi ser busca explorar, y quizás será cuestión de hacer exactamente eso, darle espacio para probar las aguas, meter las puntas de los dedos, de ahí el pie entero y ver qué sensación tengo, qué me dice el cuerpo, si acaso entro despacio o me tiro de cabeza.
No comments:
Post a Comment
Shout out