Estoy drenada de energía. Y en el momento que lo digo lo siento en el cuerpo. Siento el vacío, el sueño, el cansancio corporal, las ganas de hacerme un bollito en la cama y ponerme a leer unas páginas hasta que eventualmente me quede dormida. Me siento inmóvil, como en piloto automático. Todo el revuelo de aspiraciones y metas que me cantaron las cartas ayer, y que yo sentí por los adentros, se adormecen y vuelven a meterse en sus cuchas. Acaso es el miedo? La sensación de que todo me lleva por delante, que es mucho, demasiado, la cabeza se me dispara en todas direcciones. Infinitud de pasos por tomar, no sé bien cuál. Me avasalla el sentimiento de que me estoy metiendo en lugares muy complicados, en lo que me cuesta hoy y lo que me va a costar más. Me siento remando en dulce de leche. Y todavía no arranqué, no realmente. Al menos eso siento.
Siento que me falta el sentido de las cosas. El por qué. Si bien aparecieron o se hicieron evidentes muchas aspiraciones, el propósito sigue siendo algo que me evade. Si el propósito, mi propósito, es compartir, no importa qué ni cómo. Es cuestión de sacarlo. El tema es por dónde empezar. Ya en su momento empecé con algunas cosas, tirando algunas líneas acá y allá. Amplío? Me voy más atrás? Qué es lo que quiero compartir realmente? El camino? O lo que descubrí en él? Creo que ambas cosas están íntimamente relacionadas, y la única manera de trasmitir la búsqueda, el encuentro, la verdad, es a través del proceso, del camino, es decir, del viaje. El viaje que al final me terminó llevando lejos, pero adentro.
Quiero encontrar eso que me energiza. Que me devuelve la vitalidad cuando me siento sin ganas de nada. Lo que me devuelve la esperanza y me conecta de nuevo con la intención. Quiero y necesito salir más de casa. Armarme una escapada rutinaria al menos, que me lleve a dar una vuelta y salir a respirar otro aire. Caminar en silencio. Por la playa, por la plaza o por la calle. Para empezar. De ahí capaz sale lo que sea que me resulte un disfrute, o capaz no. Y tenga que buscar en otro lado.
Así me fui a acostar y dormir entre vueltas y sinsentidos.
Hoy me desperté un poco igual. Me siento un poco desganada, pero me permito estar sin ganas, y tirada, y no hacer nada.
En algún momento de la tarde, después de una mini siesta y otros tantos intentos de siesta evasivos, encontré las ganas y la vitalidad de contestar algunos mensajes que me habían quedado olvidados, todavía, al fondo de mis chats de Whatsapp. Tengo uno del 25 de octubre de Petra en el que prometo que nos llamaremos una vez que me instale en Suiza.
Le contesto a Gabi, a Nolwenn, y me encuentro más vivaz. No sé, no siento que venga de una falsa alegría, si bien en parte sé que no tengo ganas de ponerme a ahondar y contar demasiado. Pero siento una liviandad en mí, y reconozco el disfrute. De saber de mis amigues y de conectar con elles.
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