Adiós
a las hadas y los duendes.
A los monstruos detrás de las puertas.
A los cuentos de princesas hechos realidad.
A los elefantes dentro de las boas.
A los juegos,
a los besos porque sí,
los amigos imaginarios,
los novios de mentira.
El amor es sufrido y considerado, nunca es dejado. El amor nunca es jactancioso o engreído, nunca es grosero o egoísta, nunca se ofende ni es resentido. El amor no haya placer en los pecados de los demás y se deleita en la verdad. Siempre está dispuesto a excusar, confiar, esperar y soportar todo lo que venga.
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