Y
ya
no espero,
sino que me muevo,
y sigo,
y camino,
y me levanto.
Y
ya
no me importa
volver a caer.
El amor es sufrido y considerado, nunca es dejado. El amor nunca es jactancioso o engreído, nunca es grosero o egoísta, nunca se ofende ni es resentido. El amor no haya placer en los pecados de los demás y se deleita en la verdad. Siempre está dispuesto a excusar, confiar, esperar y soportar todo lo que venga.
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